martes, 1 de febrero de 2011

Una ráfaga de fuego, un dulce calor que me adormece y me despierta. Con mis párpados cerrados veo más que con los ojos bien abiertos. Sonrío a tu boca, a tus labios finos y estilizados, a ese contorno impredecible, tu abismo entre morir y matar. Tus palabras me acuchillan, me penetran, atraviesan cada una de mis moléculas y me disuelven en la nada, en un vacío antinatural e inexistente. El tiempo se detiene. No hay viento, no hay movimiento. No hay luces, no hay sonidos, no hay personas. Estamos vos y yo, y el resto. Nosotros somos la nada, la nada misma en el centro de la ciudad de la mentira y la injusticia. Somos la honestidad encarnada en máscaras hipócritas, somos el orgullo invencible, inconfesable ante Dios. No somos nada, ni nadie, ni ninguno. Pero somos todo. Todo nuestro todo. La siembra de la enormidad y la cosecha de la gigantez. Somos las palabras inventadas y los dedos cruzados, las sonrisas falsas y los deseos frustrados, los mosquitos en la noche y las parejas que salen a caminar. Alrededor todo sigue igual: robos, violaciones, muerte, hambre, religión, dinero y poder. Pero nosotros no, nosotros no seguimos igual. Cada mirada, cada roce nos modifica, cierra nuestros oídos a la realidad y abre los pétalos de la percepción. La imaginación nos engulle en su mundo siniestro de viajes eternos y promesas cumplidas. No somos nada, ni nadie, ni ninguno. Pero somos lo mismo, y somos los dos convertidos en uno.


Viernes 5 de febrero 2010 5:34
foto by Laberinto

2 comentarios:

  1. ser nada en medio del todo.
    ser de mármol.
    ventaja o desventaja?

    besos*

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  2. en la ciudad de la mentira a veces hay que tener la cara de piedra y el corazón de mármol...

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